jueves, 28 de noviembre de 2013

El machete de Wert

El Senado aprobó la LOMCE tal y como estaba previsto, y hoy mismo lo hará el Congreso, tal y como está previsto también. Y es que en las Cámaras el papel al que sus señorías han relegado al debate es de esa clase inservible que llaman mojado.
Algo va decididamente mal en la democracia cuando un gobierno recurre al simple recuento de manos alzadas, y todas son de su grupo parlamentario, para aprobar una ley en contra del resto de los grupos, del colectivo profesional, de los estudiantes y de los padres. 
Ni las huelgas ni las manifestaciones de la comunidad educativa, ni los casi dos millones de firmas que la marea verde ha conseguido reunir, ni los argumentos de académicos o los manifiestos de artistas e intelectuales son obstáculo para que Gomendio afirme sin ningún pudor que la LOMCE tiene el respaldo de la mayoría de la sociedad.
Algo huele a podrido en esa forma de entender el juego democrático, porque la votación debe ser el último recurso, aquel al que hay que acudir cuando todo lo demás ha fallado (pero se ha intentado activa y sinceramente). El simple recuento de votos no es la esencia de la práctica democrática, sino la prueba clara de su ineficacia. Democracia es compromiso con la voz discrepante, con las minorías, con los intereses marginales, con el sentir popular. Democracia es debate, conciliación, entendimiento, acercamiento, renuncia a un despotismo que, en este caso, ni siquiera es ilustrado. Democracia es la fuerza de la razón.
No era democrático el llamado rodillo socialista –recuerden quienes tengan memoria y voluntad–, ni es democrático este imponer un criterio que si ha conseguido unanimidad es en su contra.
No es democrático poner de rodillas al oponente, aunque sea –por ser– más débil.
Wert no necesita machete. Ya tiene el arma letal y sabe usarla: la razón de la fuerza, la más eficaz contra la convivencia.

Publicada en Periódico Escuela el 28 de noviembre de 2013

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